Ver los llantos de una persona cuando das un diagnóstico malo, pero una sonrisa cuando sale curado. Sufrir cuando tras un fallo alguien fallece, pero resurgir cuando salvas tantas vidas. Luchar por conseguir el bienestar de una persona, y contemplar en sus caras la satisfacción y la confianza depositada en ti. Dar una mala noticia, un fallecimiento, pero traer una vida al mundo, o evitar que otra se vaya. Ser positivo ante las adversidades, y emplear toda nuestra fuerza en llevar a cabo algo que creamos que es imposible, pero lo imposible no existe. Es duro, se nos exigen muchos conocimientos y se nos permiten muy pocos fallos… en nuestras manos una vida, y sólo somos seres humanos, no seres perfectos, de ahí el valor de la profesión, de ahí la lucha constante por seguir adelante, porque tras un error, surge un nuevo día, y ese nuevo día, nuevas personas acudirán a nosotros, nos depositarán toda su confianza, y les devolveremos su sonrisa, haciendo todo lo que esté en nuestras manos por ellos. No somos dioses, no somos nadie, sólo personas que algún día necesitarán ayuda y querremos que nos traten, como un día hicimos nosotros por el resto del mundo.
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